El amanecer llega después de una fría noche, el sol calienta tímidamente la tierra dejando el bello brillo del rocío sobre la húmeda tierra. El camino es poco sinuoso y está bastante cuidado, pero no es el camino el que llega al destino, sino quien lo anda paso a paso, algunos logran llegar, otros abandonan y no pocos perecen en el intento.
Esta es la canción de cinco de ellos, este es el cántico de cinco usûlunis, que defendiendo su tierra perecieron en el camino. No habrá lágrimas ni sollozos, solo respeto, honor y verdad. Así despiden los hombres libres de Usûlun a sus caídos, no como reyes o plebeyos, sino como usûlunis. Todos y cada uno de ellos se mostrarán como son en realidad, sin mentiras ni engaños.
No hay lágrimas, no hay lloros… Solo hay orgullo.
Ya se oyen…. Desde la distancia, por encima de los ruidos de la tierra, ya se acercan los primeros cinco caídos de Usûlun, una vez más los usûlunis emprenden la caravana, pero esta vez para dar sepultura a sus hombres.
Ocho pesadas botas de hierro abren la marcha, Talin, Galin, Dili y Dwäin. Todos portan crespones negros en largas picas de hierro plateado, cinco son los crespones negros en cada pica, ni más ni menos, pues cinco fueron los primeros caídos de Usûlun. Las armaduras son plateadas, labradas con intrincados dibujos de runas, un broche en forma de martillo en plata mithril abrocha sus capas oscuras. Al ritmo de sus pisadas murmuran cánticos antiguos en la extraña lengua enana, sus voces roncas suenan de fondo, como el murmullo de la montaña.
A pocos metros va Dîn, líder de la comunidad enana. Su armadura es parecida a la de sus compañeros, plata sobre negro, como las entrañas de la tierra. Lleva una capa de piel negra, con bordados en mithril, está abrochada con un broche igual que el de sus hermanos. Con una hermosa voz entona cánticos de los antiguos funerales de reyes enanos, su voz grave sigue el ritmo de las pisadas sordas de las botas de hierro. No hay más sonidos, no hay música de arpas o flautas, es solo el sonido de la lengua Kuzdul el que suena en el camino.
A continuación marchan miembros del Consejo de Usûlun. Grajo, líder del consejo en el centro, lleva una armadura de cuero negro como la noche, en ella pueden verse las alas negras grabadas a fuego de un grajo, sobre ella una capa también negra sin adorno alguno, oculta su rostro tras una amplia capucha, su paso es firme. Ambas manos están apoyadas sobre dos dagas negras enfundadas. A su izquierda camina el anciano Aeghen, consejero de Grajo, lleva una túnica blanca anudada con un cinturón de plata y una capa también blanca, en el hombro derecho de la misma hay dibujado con hijo de plata una luna dentro de un sol. Su mano derecha descansa sobre un nudoso bastón, su paso es lento pero firme. Su joven aprendiz Pesc, con ropajes parecidos a los de su maestro le ayuda. A la derecha de Grajo va La Rosa, miembro del consejo, viste un jubón de cuero gastado pero engrasado bajo una túnica marrón. No lleva adorno ninguno. Se ayuda para caminar de un hermoso bastón tallado, como si una rama de arce se hubiera enroscado de forma caprichosa. Es Jarewyr, su sobrino y joven templario, quien con una oscura armadura completa, un escudo torre a la espalda y una capa negra como la noche , le ayuda a caminar. El único signo que lleva el joven templario es un bordado simple en el pecho de la capa, Siete estrellas rodean un árbol con extrañas vetas. Mientras que con la mano derecha ayuda en los tramos difíciles a su tío, con la enguantada mano izquierda agarra la empuñadura de una espada ancha.
Justo detrás camina Varak Tanuk, antiguo campeón de Varda. Una túnica gris, bajo una capa oscura es su única indumentaria, una larga hoja descansa dentro de una vaina sin ningún tipo de adorno. Agarrado de su mano derecha camina Calabdur, hijo de Grajo y Sunthas, a pesar de su corta edad camina erguido, con ropajes oscuros y sin adornos algunos. A su izquierda va Haedrec el montañés hijo adoptivo de Grajo y Sunthas, lleva unas calzas de color azul brillante y un jubón naranja, una capa de marrón azulado lleva abrochada al cuello, el pelo lo lleva de punta y de color rojo intenso. La explosión de color de Haedrec contrasta con las tonalidades oscuras de la marcha.
Es Marendil Rhudainor, comandante de Usûlun quien camina detrás. Porta una armadura gris plateada, siete estrellas rodeando un árbol está grabado en ella. Un yelmo alado cubre su cabeza, y una capa burdeos lo cubre. Va en representación de los demás miembros del Tirton. Ecnegar y Vilhelm se encuentran a sus flancos, armaduras y capas grises portan. Sus escudos tienen el mismo grabado que su comandante. Y en sus manos derechas una larga pica, a media asta portan cinco crespones negros.
Forak, el mercenario, encabeza los cinco carros. Lleva una armadura gastada pero pulida. No hay capa que cubra al semiorco, no la necesita. Una bota de vino junto a una espada ancha y un hacha de batalla se ven en su cinto. Porta con ambas manos una enorme pica plateada, como si fuese a usarla en cualquier momento. Forak camina solo, como camino hace tiempo.
Cinco carros van a continuación, miembros de cada familia van en ellos, en la caja, sobre un lecho de flores descansan los cinco caídos. Envueltos es finas mortajas de lino y algodón, las cajas de pino o abeto son para aquellos que no quieren ver, para aquellos que no verán más un amanecer. Los usûlunis entierran a los suyos con orgullo, que todos sepan quienes han caído por esta tierra, quienes dieron sus vidas por ellos. Ningún familiar llora, todos con las cabezas altivas.
Escoltando los flancos van los Gulthariones y diez Guardias de Usûlun, todos impecables.
Detrás de toda la caravana va Sunthas Espinonegro, señor de Usûlun. Una gran capa negra oculta toda armadura, sobre esta un broche en forma de cruz como todo adorno. Un yelmo con una extraña sonrisa porta, un inmenso escudo torre tachonado con púas en su brazo izquierdo, una gran espada ancha enfundada en una gastada vaina de cuero descansa en su cadera derecha, en la izquierda una hermosa espada larga, azul como el hielo de la montaña, desprende un azulado halo. En su espalda sobresale un inmenso espadón nórdico. Camina con paso firme, embraza el escudo como si lo fuese a necesitar en cualquier momento.
Nadie más va detrás, pero no están todos los que salieron de Usûlun, pues algunos otros caminos tomaron.
Tras casi una hora, la caravana llega a una pequeña colina, antes se han tenido que desviar y salir del camino del norte. Era una colina solitaria, como muchas otras, pero fue elegida por Camlan, la tierra es antigua, ideal para los usûlunis. Era una colina solitaria, pero a partir de este día, jamás volverá a estar sola.
La caravana se acerca, se ve encima de la colina dos figuras, una de un adulto y otra de un joven, son Camlan y Tirrin su joven aprendiz. Camlan lleva una túnica marrón como la tierra, un cinturón de cuero negro la sujeta, sus bordes están manchados y no lleva capa, lleva varias bolsitas amarradas a su cinturón. Tirria viste parecido, túnica marrón con cinturón también negro, y una capa verde oscuro descansa sobre sus hombros, a diferencia que su maestro, porta una espada corta en una hermosa vaina.
Cuando llegan los enanos al pie de la colina, cesan sus cantos y mientras la rodean clavan en la tierra las cinco picas con los crespones. El maestro alquimista Dîn baja el tono, ahora solo es un dulce murmullo que no cesara.
Algo se yergue a pocos metros de Camlan y Tirria, una figura completamente embozada. De una capa negra como la noche solo sobresale una rara ballesta con unos gruesos pivotes, mira a ambos lados, se yergue , baja la ballesta y se quita la capucha, es Gulthar, el certero. Mira a Dîn y asiente, busca con al vista a Sunthas y vuelve a asentir. Permanece apartado, sin dejar de portar la ballesta.
La ceremonia es breve, los familiares escoltados por la Guardia Usûluni depositan los cuerpos sobre unas tumbas ya excavadas, mientras Camlan murmura palabras en antiguas lenguas. Tirria ayuda con los cuerpos. Dîn se encuentra apartado junto a sus hermanos enanos, sin dejar de cantar ese dulce murmullo, quien sepa hablar el extraño idioma de los señores de las montañas sabrá que habla de héroes, de grandiosas batallas, del honor y de la verdad.
Sunthas permanece apartado también, junto con Dîn, Forak y Gulthar forman un círculo, no habrá nadie que se acerque sin que lo sepan. Murmura extrañas plegarias, apenas audibles.
Gulthar es el primero que lo ve, un jinete permanece a poca distancia, no saben cuanto tiempo lleva ahí, lleva una capa marrón gastada y sucia, como si viniese de un largo camino. Lleva una bella espada en su costado, un hermoso arco plateado sobre el costado de su caballo, al alcance de la mano. Su rostro denota una continua vigilancia, y mirando a Gulthar y después a Sunthas asiente. Musita unas palabras llevándose la mano a la frente, espolea su caballo y desaparece. Es Adrahil Belgaraz, montaraz del norte y amigo de Usûlun.
La ceremonia, si se pudiese llamar así, es breve. Una vez depositados todos los caídos, los familiares depositan flores, objetos personales, cartas… Comparte con ellos esperanzas y sueños, y todos dicen un hasta pronto. Con pasos tristes vuelven a sus carros ya vacíos. Solo seis personas permanecen en la colina, Camlan, Tirrin , Gulthar, Forak, Dîn y Sunthas. Hablan entre ellos en varios idiomas, y prometen que algún día volverán a estar juntos, todos los usûlunis. Camlan asiente de nuevo, se arrodilla, pone una mano en la húmeda tierra y pronuncia unas palabras que solo conoce Tirria. De la tierra salen cinco raíces que se enredan en los mástiles de acero de las picas, subiendo sinuosamente hasta media altura, sin llegar a tocar los crespones, extrañas flores salen tímidamente, abriéndose poco a poco, campanillas, lágrimas del río, dientes de león, afilias….
Los héroes de Usûlun dejan la colina, y se unen a la caravana. Ni los usûlunis ni la colina volverán a estar solitarios. Ahora descansan en un hermoso jardín, como lo es Usûlun, y a su alcance están sus cinco picas.
A lo lejos sobre una colina se yerguen cinco picas negras, forjadas por enanos y portadas por humanos.
Los vivos protegen a los muertos y los muertos protegen el lugar de los vivos.