Gata llegó al tumultuoso mercado, allí aparte de puestos había innumerables carromatos dispuestos para partir hacia lugares lejanos.
– Tengo que encontrar a alguien que me diga donde encontrar una caravana que parta hacia usûlun, allí seguramente podre rehacer mi vida y abandonar esta maldita ciudad de madera, como hicieron los fundadores de ese pueblo. Pero esto esta lleno de gente que busca una oportunidad para secuestrar, robar y/o matar a cualquiera que confíe en ellos. Gata esperaba alguna señal que le indicara a quien preguntar.
Fue paseando por los carros y, de repente, encontró un carro cargado de sacos y cajas; tumbado entre las cajas había un hombre dormitando con sus manos cruzadas sobre una barriga prominente, que también hacia de apoyo a una gran gata atigrada. El hombre tenia cerca un haz de varias jabalinas, entre ellas destacaba una especie de jabalina con una hoja muy ancha parecía una mezcla entre espada y jabalina, se apreciaba que no estaba hecha para lanzarla sino para dar estocadas. Al fijarse pudo apreciar que la gata tenía los ojos de diferente color, estaba tan absorta en observar a la gata que se sorprendió al ver el carromato que había justo al lado del carro, en él había una frase pintada con letras doradas “los cinco gatos”.
– Esa es mi señal.- pensó gata. Cuando iba a acercarse observo una escena de lo más peculiar, entre ambos carros había un gran barril en el que jugaban apoyados dos hombres, uno de ellos
medio calvo, pero con el pelo plateado que le daba un aspecto de anciano, aunque se le notaba por sus movimientos que estaba en la flor de la vida, vestía una túnica clara, de corte sureño, y junto a él, apoyados sobre una de las ruedas del carro, se hallaban un arco largo y un carcaj repleto de flechas con las plumas negras, apoyadas en el barril que les servía de mesa y al alcance de su mano descansaban dos espadas anchas en sus vainas negras.
El otro, un hombre un poco más alto que el anterior con el pelo rubio y ojos de un azul celeste, vestía una túnica azúl, de corte gondoriano, y cerca de él podían verse también otro arco largo y un carcaj con plumas azules y un escudo estaban apoyados también en el carro, y dos espadas de hoja larga cruzadas sobre una especie de arnés también se encontraba cercanos a sus manos. Un observador cualquiera habría visto a dos peones perdiendo el tiempo, pero los ojos de ambos no dejaban de escrutar a su alrededor y la espalda de su compañero, no estaban colocados de manera arbitraria, sino que su posición le permitía defenderse y tener los flancos cubiertos por los carros.
Ambos jugaban a algún juego de cartas, aunque el de Pelo cano no tenia las de ganar y parecía estar desesperado. – Mount no entiendo este juego, ¿cómo combinas estas cartas? dijo el hombre calvo de pelo plateado. – Querido Osgar, no voy a decirte todos mis trucos. Contestó su compañero de juego.
De pronto se escuchó un alboroto desde detrás del primer carromato. – En serio Filpe te aseguro que se de lo que estoy hablando, yo estuve muchos años trabajando en una caravana y te puedo ayudar a negociar buenos precios para las mercancías. Casi gritaba una voz atronadora detrás del primer carro.
– Si Lech te comprendo pero ese es mi trabajo. Yo realizo los tratos, Osgar y Chima se dedican a rastrear y controlar que no nos sigan. Jaum se dedica a velar por nuestras almas y a tratar con los monjes y clérigos. Y tú y Mount nos protegéis durante el camino. Contestó en un tono suave, un hombre alto, con barba cobriza, de aspecto nórdico que salía detrás del primer carromato dirigiéndose a alguien que continuaba allí.
En ese momento Gata se sorprendió al ver aparecer a una montaña, era un hombre no tan alto como el anterior, pero con una envergadura grandísima, podía haber abrazado a sus tres compañeros sin ninguna dificultad, llevaba una armadura completa, aunque de piezas desiguales, un par de hachas colgaban de su cadera derecha y a su espalda llevaba… ¿Una puerta? no era un escudo del tamaño de una puerta de entrada a una casa. Su interlocutor el hombre con apariencia nórdica, llevaba una armadura de cuero y portaba una gran espada a la espalda. Parecían listos para marcha, al contrario del resto de sus compañeros. Ambos seguían hablando, mientras los dos que estaban jugando habían interrumpido su juego y los miraban con una sonrisa picarona en la cara.
– Sí, sí Lech sabemos que podrías perfectamente pero, entonces, tú harías todo el trabajo y ¿que haríamos nosotros? Interrumpió la conversación un quinto hombre que apareció por la puerta del carromato, era un hombre jovial con cara de pícaro y se veía de lejos que intentaba enfadar al grandullón. La gata atigrada miró con resignación y cerró los ojos, pero no había sólo una gata había dos más, otra atigrada de menor tamaño y otra de color negro con el vientre y las zarpas blancas. Esta última saltó encima de la montaña y se colocó en el hueco que existía entre su cuello y el escudo. El hombre alto dijo:
– Tapi deja a Lech.- No me molesta la verdad, además me gusta tenerla ahí. Respondió el aludido.
– Espera que se empiece a afilar las uñas Lech. Intervino el que llamaban Mount. La gata, que pareció entender la frase, puso manos a ello; todos empezaron a reír excepto el tal Lech, que intentaba quitarse a la gata de encima sin hacerle daño, el Norteño le ayudó a quitársela, la gata lo miró con aire ofendido y se marchó con sus compañeras. El hombre que dormitaba en el carro despertó y miró directamente a los ojos de Gata, ¡Sabe que llevo un rato Observandoles!.
– Bien podríais haberme despertado para el almuerzo y no para presenciar esta escena, señores. –Jaum bien podrías ayudar a cargar la mercancía en vez de dormitar al sol. Contestó al que llamaban Mount, ante la sonrisa del hombre calvo y cano. – No habéis terminado de cargar todavía, vosotros estáis jugando a las cartas, Filpe y Lech discutiendo y Chima seguro que está admirando ese armatoste inútil que compró en Erech.
-Ni se te ocurra llamar armatoste a mi preciosa ballesta pesada de repetición, se la compre a un reconocido armero, al mismísimo Terminion Spa, es maravillosa y seguro que siempre os estaré cubriendo las espaldas con esta maravilla. Contestó el interpelado.
-Si mientras tengas de verdad esa puntería de la que presumes. Interrumpió el tal Lech con una sonrisa de triunfo, al no ser él el punto de mira de las pullas.
En ese momento el tal Filpe cogió un libro y se puso a leer en el pescante del primer carromato. Me miró con aire ausente y dijo al grupo: – Señores hay una chica que lleva un rato observándonos y no se atreve a acercarse a preguntarnos algo por la escenita que estáis haciendo. –Me preguntaba cuando le ibas a invitar a que se acercara Filpe, dijo el hombre que estaba en el carro mientras sonreía a Gata.
Todos se quedaron parados y me miraron con curiosidad, el que estaba en el carro se bajó a la vez que acomodaba en el suelo un escudo redondo y el haz de jabalinas. El que llamaban Filpe se apeó del pescante y de repente todos estaban alineados y me hicieron una reverencia digna de una Reina.
-¿En qué podemos ayudarte chica? Preguntó el Norteño.
-¿Podríais ayudarme a encontrar a alguien que se dirija a un pueblo llamado usûlun? Contesté.
Tras mirarse todos fue el grandote el que tomó la palabra. – ¿Qué se le ha perdido a una chica como tú en usûlun? – Eso no nos incumbe Lech, contestó el hombre de ojos azules. Todos se pusieron a hablar a la vez y fue el tono de Filpe el detonante de un incomodo silencio.
-Es descortés que no nos hemos presentado, somos mercaderes itinerantes. Me llamo Filpe, y mi misión es mantener a estos cinco centrados en sus trabajos. Te los presentaré, el grandote se llama Lech, los que están en el barril son Osgar, el de ropas claras, y Mount, el de la túnica azul. El que lleva en sus manos esa extraña ballesta se llama Chima y el que se pelea con el escudo, intentando apoyarlo en el carro sin que ruede, es Jaum. Terminó con una ligera sonrisa, mientras sacaba una pipa y la iba preparando.
– Mi nombre es Gata y me dirijo a usûlun para empezar una nueva vida. Contesté.
– Hay una familia que parte mañana hacia usûlun, se unirán a una caravana hasta el Ringló y allí la abandonarán y tomarán dirección norte hacia Usulún. Has tenido suerte somos los únicos que los conocen y sabemos que se dirigen allí. Contestó Mount.
-Gracias, contesté, ¿podríais indicarme donde se encuentran?
-No te conocemos y si quieres empezar una nueva vida esperamos que no tengas problemas con la ley, no queremos enviar allí a alguien que nos deje en mal lugar, Filpe conoce muy bien a Lady Grajo y no queremos importunarla. Comentó Chima.
Todos se reunieron a dialogar y tras varios minutos de tensa conversación fue Lech quien habló. – Yo te llevaré hasta la familia Salamar, que es como se llaman, y hablaré con Rodrick.
– Es todo un caballero ¿Verdad?, me dijo sonriendo Osgar, que seria de nosotros pobres barbaros sin su ejemplo de caballerosidad. Añadió mientras golpeaba el hombro del gigante.
– El camino es peligroso y no creo que esa daga que llevas a la espalda te sirva mucho, vas a necesitar algo más para protegerte, te daremos algo en depósito y se la entregarás a Lady Grajo cuando llegues allí, ¿de acuerdo? Me comentó Filpe con aire serio. Acto seguido se puso a rebuscar en un par de sacos del carro hasta que encontró lo que buscaba.
Me entregó dos paquetes uno era una espada corta de hoja fina, el otro de mayor tamaño era un arco corto y un carcaj con 20 flechas. Este regalo me sorprendió y estuve un rato mirándolos, tiempo que empleó Filpe para escribir una pequeña hoja, que dobló minuciosamente y selló con Lacre.
-Cuando llegues a Usulún entrega esta carta a Lady Grajo para que, si lo considera necesario, designe a alguien de confianza para hacerse cargo del depósito hasta que volvamos a ir a Usulún.
Agradecí el gesto y me comprometí a entregar la carta y los objetos al llegar a usûlun. Mientras esperaba a que Lech se pusiera en marcha, Osgar y Mount se acercaron para hablar conmigo.
-¿Has usado antes un arco o una espada? Gata, me preguntó Mount. –No, contesté. –No te preocupes habla con Rodrick y Salma y veras como te enseñan, allí en Usulún necesitaras conocer su manejo; todos en Usulún conocen su manejo para defender la ciudad si se requiere. Me aconsejó Osgar.
-Señores, si habéis terminado esta chica necesita llegar a su destino. Rugió Lech.
Antes de partir no pude aguantar y hacer una pregunta que me rondaba por la mente, desde que me acerqué al grupo.
-¿Puedo haceros una Pregunta?, les comente a todos; ellos se miraron y asintieron. –¿Por qué en el carromato pone los Cinco gatos si sólo veo tres? Todos miraron a Filpe. – La verdad es que antes lo eran, pero dos de ellos cayeron y sus espíritus velan por nosotros desde hace tiempo, así que, en su honor, mantenemos el nombre. Contestó el Norteño con mirada penetrante.
Lech empezó a prepararse mientras miraba a sus compañeros con una sonrisa triunfante, -Lech la chica espera. Si no te importa la chica seguro que quiere llegar al carromato de la familia Salamar antes del anochecer. Dijo Filpe. –¿Qué os apostáis a que no esta de vuelta antes de que el sol este en lo alto? Dijo Chima.
Eso hizo que Lech cambiara de actitud y miró a Gata para que empezaran la marcha. Tras volver a agradecerles la información y los regalos, y deseando volver a verlos pronto, Gata se despidió de todos y junto con Lech partió en busca del carro de la Familia Salamar.
Lech la acompañó durante un trayecto de casi una hora, una hora escuchando un soliloquio del gigantón que pasaba de un tema a otro a una velocidad de vértigo,
aunque en algún que otro tema permaneció más de 15 minutos, sobre todo alagando a todos sus compañeros.
Llegaron al carromato de los Salamar cuando Gata ya estaba desesperada, la cara de alivio que puso hizo sonreir al señor Salamar.
-Buenas tardes Rodrick, me manda Filpe para ver si podrías llevar a esta chica hasta usûlun, ya que os dirigís hacia allí, ¿no os vendrían de mas un par de brazos no? Bueno dicen Osgar y Mount que si pudierais ayudarla a usar unos regalitos que le dio Filpe, os estarían muy agradecidos.
– ¿Pero la conocéis desde hace mucho?, comentó el señor Salamar mirándome de arriba abajo sin ningún reparo. –No, acabamos de conocerla, pero la chica busca empezar una nueva vida y ¿no es eso lo que se consigue en usûlun?, o por lo menos eso es la excusa que enarbola Lady Grajo para convencernos y que nos establezcamos allí. Contestó el guerrero.
-No creo que los señores del carromato de los 5 gatos nos mandaran a nadie que fuera a hacer daño a la convivencia y al espíritu de usûlun. Agregó una voz que provenía de detrás de un barril, al momento apareció una mujer de formas corpulentas, que portaba una gran jarra de cerveza, que ofreció a Lech. – Es un placer tenerte aquí de nuevo Lech, ¿cómo os va todo? ¿Al final os convencerá Lady Grajo?
-No, Salma, todavía quedan lugares en la Tierra Media para que sean visitados por los cinco gatos, gracias por la cerveza estaba seco. –De tanto hablar, pensó Gata.
Miraba la escena como un fantasma, nadie le prestaba atención y sin embargo los tres sabían que estaba presente.-Bueno muchacha ¿te apetecería beber algo? ¿O vas a permanecer ahí callada como un poste?, preguntó la señora Salma mientras enarbolaba una cuchara de madera que Gata no supo de donde había sacado.
-Me llamo Gata, y sí me gustaría beber algo, si no es molestia, dijo. –Mira ves, se dirigió el señor Salamar a su esposa, una mujer educada no como tú Salma parece más que me casé con un gran oso en vez de con una mujer. Ella lo miró con aire pícaro, le guiñó un ojo y le golpeó el trasero con el cucharón.
Mientras Lech y Rodrick hablaban de tratos, contratos y de las estaciones de la siembra que cada vez se hacían más cortas, conversaciones que los hacia pasar de las sonrisas a los aspavientos más obscenos que había visto nunca. Mientras ellos hablaban, Gata observó el entorno. Cerca del carro había montones de mercancías que estaban siendo cargadas por dos jóvenes. Ambos me miraban con curiosidad mientras continuaban con sus tareas, en el carro una mujer joven acomodaba la mercancía que le pasaban los jóvenes.
-Aquí tienes preciosa, la mejor hidromiel que puedes encontrar aquí, la traemos desde usûlun, allí las abejas producen mucha miel y el excedente lo convertimos en este maravilloso licor, le informó Salma mientras me entregaba una taza de la dorada bebida. Ésta era fuerte pero refrescante y pareció que le arrebataba el cansancio de los últimos meses.
– Bueno Gata mi nombre es Salma, como ya sabes, estos dos mozuelos se llaman Andrin y Bertan, y esa preciosidad de allí se llama Elisera es mi tesoro y la niña de mis ojos. Comentó la señora Salamar, mientras me presentaba al resto de la familia. –Bueno si vas a venir con nosotros vamos a tener que enseñarte a defenderte, estaremos tres semanas con una caravana hasta pasar el Ringló, ellos van más al Oeste, pero una vez que los dejemos estaremos solos durante unos diez días, en ese trayecto es posible que tengamos problemas, así que nos vendrás bien. Durante el recorrido con la caravana Rodrick y yo te enseñaremos a luchar y a usar el arco, cuando no estemos nosotros, Andrin y Bertan te irán aleccionando. Le explicó Salma. Todavía estuvieron charlando durante más de una hora, exponiendo todos los trabajos en los que tendría que ayudarlos y como sería el trayecto.
Durante todo ese tiempo Lech y Rodrick estuvieron bebiendo cerveza y charlando, cuando el gigantón se fue, iba tambaleándose de manera evidente y su lenguaje era un poco pastoso. Se despidió de mí intentando hacer una reverencia pero lo dejó por imposible al tercer intento para mantener el equilibrio.
Al oscurecer llegaron dos jóvenes y dos adultos que se unieron al grupo de la familia Salamar. Eran los hermanos de Rodrick, Galtrer, Tracan y sus dos hijos mayores, Torm y Pelguir. Por lo que le explicó Salma en usûlun eran los únicos comerciantes y una vez al año venían a Minas Tirith por mercancías para el invierno, y que esta vez habían venido acompañados de los hermanos y los sobrinos de Rodrick, para proteger las mercancías y sus vidas.
Esa noche, ante el fuego del campamento, le presentaron formalmente a todos; le acogieron con mucha amabilidad, de hecho la hicieron participe de sus bromas nada más empezar la cena. Algo desagradable al principio, pero Gata tenía que pagar la novatada.
Al amanecer del tercer día partieron con la caravana, llevaban 2 carros, un gran carromato cubierto y un carro enorme de seis ruedas que llevaban lleno de barriles y mercancías. Salma, su hija y Rodrick iban en el carromato y, Tracan y Andrin en el segundo carro, el resto, incluida Gata, iban andando controlando que la mercancía no se cayera y ayudando a los carros cuando quedaban atascados. En las paradas Rodrick, Tracan y Salma le enseñaban las técnicas de combate y a usar el arco, cuando terminaba la jornada de marcha practicaba con el resto de jóvenes una serie de ejercicios para potenciar la musculatura de los brazos y piernas.
El trayecto duró tres semanas el triple del camino de ida, los carros se atascaban con facilidad en el camino, llegamos al puente del Ringló una mañana nublada y fría, al cruzarlo había una gran explanada donde hicieron parada para acondicionar varios carros que habían sufrido averías, prepararon los carros pasando mercancías del carro al carromato para aliviar el peso de este, los jóvenes empezaron a preparar y colocarse sus armaduras de cuero, se sacaron las armas y se repartieron los arcos y las flechas, aparte en cada carro se colocaron fardos de flechas preparadas para ser usados rápidamente en caso de emergencia.
Salma se acercó a Gata y le tendió una camisola de cuero endurecido que permitía sus movimientos para usar el arco o la espada, se les asignaron los flancos de los carros donde iban a colocarse, desmontaron unas tablas en los costados del carro y del carromato donde iban a estar sentados, en caso de emergencia podrían bajar rápidamente y parapetarse tras los carros. A Gata la colocaron junto al carromato y debía de estar a su lado en caso de combate.
Muchos comerciantes que se dirigían a Erech fueron a despedirse de la familia Salamar, parecía que eran una familia muy conocida. El capitán de los guardias de la caravana también fue a despedirse y a desearles suerte.
Tracan le comentó a Gata que lo más peligroso sería el día que tardarían en llegar a los bosques que rodean la región donde esta situada usûlun, después de eso no iba a ser peligroso, algo que la extrañó.
Partieron después del desayuno y tomaron rumbo al norte, el camino se hizo más llevadero, los chicos cantaban y se lanzaban pullas. Y se hizo más corto de lo que Tracan creyó en un principio, puede que fuera debido a que los caminos estaban muy transitables. Hicieron noche antes de entrar en la espesura del bosque, esa noche se preparó un pequeño fuego en el fondo de un hoyo para que no se viera el resplandor desde lejos. –Hay problemas con partidas de Orcos por esta zona, le informó Tracan.
Al día siguiente se prepararon para entrar en la espesura del bosque, el primer día todo pasó como si fuera un paseo por el campo, todos sonreían y cantaban alegres. El segundo día Salma le informó que estaban a medio camino de usûlun, pero al llegar a un claro su rostro adoptó un gesto de alarma y guardó silencio.
-Atentos humo rojo a nuestras espaldas. Gritó Salma a pleno pulmón. Todos volvieron sus miradas hacia la dirección indicada y el agradable día de campo se tornó en una trepidante carrera por el bosque.
Rodrick los hizo montar en los carros y aumentaron la velocidad de los caballos, los chicos miraban hacia atrás como buscando el origen del humo rojo, los adultos sorprendentemente miraban hacia los márgenes del camino, Gata no sabia que era lo que buscaban, hasta que lo vio…
Entre los arboles pudo ver una figura oculta que durante segundos se hacia visible y señalaba una dirección, acto seguido Rodrick giraba en esa dirección. Gata miró sorprendida a Salma que estaba a su lado y su visión la tranquilizó. –Son amigos, no te preocupes. Le dijo mientras sonreía nerviosa. –Los que tienen que preocuparnos son los que nos siguen, ese humo rojo indica enemigos cruzando el bosque, los montaraces de usûlun nos guiarán hasta un refugio seguro.
Rodrick guio a los caballos trazando una curva muy cerrada y de repente el bosque se abrió dejando a la vista un claro, el carromato y el carro entraron rápidamente, al volver la vista atrás Gata pudo ver que dos grandes paneles se desplazaban cerrando el camino por donde habian venido, esa ilusión era lo que le había hecho pensar a Gata que el bosque se abría.
Al parar, los jóvenes corrieron a los caballos para tranquilizarlos y que no hicieran ruidos, Gata bajó del carromato y siguió a Salma, ella se volvió y me hizo una seña para que guardara silencio. Todos se encaminaron hacia la zona de los paneles y Gata pudo ver a dos figuras con capas de color pardo ocultas en la espesura, uno de ellos se volvió y Gata vislumbró dos inmensos ojos almendrados que le daban la bienvenida, mientras estaba absorta admirando los ojos algo húmedo me tocó la mano derecha.
Al girarse casi grito al ver a una gran lobo negro mirándome con curiosidad, al ser más consciente de lo que la rodeaba Gata percibió casi una docena de lobos y cuatro figuras con capas pardas, ocultas junto a ellos, no fue capaz de localizarlos hasta que se acercó a casi un metro de ellos; y porque el lobo negro se había descubierto para poder escrutarla con sus ambarinos ojos.
Estaban observando el camino cuando uno de los montaraces hizo una señal y todos permanecieron atentos, unas sombras aparecieron por un recodo, eran casi treinta figuras, dos de ellas se habían adelantado y parecía oler el aire buscando algo. Entonces se desató la lucha, de la margen del camino contraria a donde se encontraban ellos volaron flechas hacia las figuras, cuando estas se volvieron para cubrirse los montaraces que estaban en el lado de la familia Salamar soltaron las cuerdas de sus arcos provocando una lluvia de acordes y flechas mortiferas.
En el lado de la Familia Salamar se encontraba una docena de Montaraces, ¿de donde habían salido? Gata no había observado ningún movimiento a su alrededor.
La mitad de las figuras yacían en el suelo inmóviles el resto se reagrupó para atacar. Fue en ese momento cuando Gata se percató de las fuerzas que había a su alrededor, todos se lanzaron al ataque Gata observó dos grupos de lobos de casi una docena, dos grandes osos pardos y casi una veintena de montaraces. La escaramuza duró pocos minutos, cuando todo terminó todas las figuras yacían inertes en el suelo, además vislumbró dos bultos en el suelo, varios montaraces atendían a uno y el otro estaba rodeado por dos grandes lobos grises, los dos lobos alzaron sus cabezas y emitieron un triste aullido, que fue respondido por el resto de la manada, los dos grandes osos se alzaron sobre sus patas traseras y rugieron.
Poco a poco la familia Salamar se fue acercando y todos observaron a un montaraz herido y una loba de color parda caída a su lado, por lo que Gata escuchó comentar a varios montaraces, la loba había protegido con su vida al montaraz caído, el hombre fue alzado y conducido a uno de los carros, pero antes se despojó de su capa y se la tendió a la montaraz de los ojos almendrados, esta la tomó con mucho respeto y envolvió el cadáver de la loba parda. Los dos lobos grises salieron corriendo, la montaraz de Ojos almendrados y otro de sus compañeros recogieron el cadáver de la loba envuelto en la capa del montaraz, y se adentraron en la espesura seguidos de la manada y de ambos osos.
Varios miembros de la familia Salamar ayudaron a trasladar al montaraz herido y lo acomodaron en el carro, justo cuando se iban a poner en marcha aparecieron los dos grandes lobos grises portando algo en sus bocas, lo que llevaban no paraba de hacer ruidos; Ambos lobos subieron al carro y dejaron su carga en el regazo del montaraz, parecían ser dos bolas de pelo blanco que hacia mucho ruido… ¡Eran dos lobeznos y el ruido eran los gañidos de estos! Los dos cachorros cesaron sus gañidos de queja al entrar en contacto con el calor corporal del montaraz, ambos se acurrucaron y se sumergieron en un silencioso letargo, todos se sorprendieron. Uno de los lobos se acercó al montaraz y posó su hocico en la frente del hombre, este lo miró y asintió en silencio. Los lobos grises nos miraron a todos y saltaron del carro para adentrarse en la espesura del bosque.
Los montaraces se reunieron alrededor del carromato y se despidieron de su compañero dándole ánimo. Dos de ellos se unieron al grupo, eran Pildren, la montaraz de los ojos almendrados y Folin, uno de los montaraces que luchó codo con codo con los dos osos. Para mi sorpresa Pildren era hija mayor de Salma y Rodrick.
El camino hasta usûlun transcurrió sin contratiempos, al finalizar el bosque había unos trescientos metros hasta una gran muralla de piedra que flanqueaba una grandiosa puerta de madera de dos hojas escoltada por cuatro guardias armados, en las murallas se veían varios soldados haciendo la ronda.
Al aparecer el Carromato las grandes puertas se abrieron y tres jinetes avanzaron al galope hacia nosotros. Gata pudo apreciar el brillo de armaduras en los tres. Llegaron a su posición antes de que el carromato recorriera cincuenta metros. -Tranquilo compañero la mismísima Nylia viene a atenderte. Informó Pildren al herido.
El carro se detuvo y los tres jinetes desmontaron antes de que sus monturas parasen, lo hicieron con movimientos muy ágiles a pesar de vestir armaduras completas, aunque sin yelmos. –Bienhallados, Hermanos. Saludó una mujer de unos treinta años que parecía la que comandaba la partida. Nos han informado que habéis tenido problemas en el bosque, ¿verdad Pildren? Seguía hablando mientras se acercaba y observaba al herido.
La mujer trasmitía Serenidad y Mando, más tarde Gata fue presentada formalmente a Nylia Templaria de Varda y maestra de los templarios de usûlun. Salma Informó a Gata que los Templarios y los montaraces trabajan codo con codo. Nylia saltó al carro y empezó a atender al montaraz herido, mientras los otros dos templarios escoltaban el carromato observándolo todo. El carro continuó su marcha con un nuevo viajero.
Al acercarnos a la puerta Rodrick, Salma y el resto del grupo miraron hacia una colina cercana coronada por un enorme árbol y cerca del árbol pude ver cinco banderolas ondeando al viento, todos agacharon sus cabezas. Rodrick y Nylia dijeron al Unísono: -Gracias hermanos, Vuestro sacrificio no caerá en el Olvido.
Más tarde supe que esa plegaria la dicen los habitantes de usûlun para no olvidar nunca a aquellos que dieron sus vidas protegiendo usûlun y que esas lanzas vigilan usûlun desde lo alto de la Colina.