Graben… Esa palabra difícilmente la olvidaremos. Difícilmente olvidaremos el nombre de un linaje maldito, el nombre de una familia oscura. De cómo los conocimos y como nos enfrentamos a ellos será el contenido de mis próximos relatos, los cuales empiezan como todos, con unos momentos de tranquilidad, los cuales últimamente escasean y son verdaderamente esperados, acompañado de mis amigos y un buen fuego. Levanto un momento la vista del papiro arrugado y me fijo en el crepitar del fuego, esas llamas rojas y enfurecidas me hacen recordar claramente lo sucedido cuando El Calamidad llego al pueblo costero, y lo que desencadenamos en ese momento y en los días sucesivos nos perseguirá siempre.
Ya sabéis lo peculiar que es El Calamidad y su tripulación, sobre todo su capitán Vengaree. Al igual como conocéis a cada miembro de este grupo, unidos no solo por un objetivo común, sino por un comienzo, mucho más importante. Quizás habrá momentos en que nos juzguéis por los actos que cometeremos o que hemos cometido, pero que sepáis que la carga que llevamos no es liviana, y no se deben juzgar actos del pasado con los ojos del presente.
Comenzaré con el recibimiento que tuvimos al desembarcar del Barco Negro. Un numeroso grupo de hombres embozados esperaban en el muelle, el cual sin luces y sin ningún otra alma les daba una imagen siniestra, delante de todos ellos, un hombre de pie, en actitud desafiante y firme nos esperaba. La conversación fue breve y creo que innecesaria, ambos sabíamos de antemano que pasaría. Él exigía que Vengaree abandonase el barco y se entregase a ellos, nosotros que se apartaran y nos dejasen pasar, por supuesto Vengaree permanecería en El Calamidad. El combate no fue demasiado largo, todos nosotros íbamos preparados para ello, aunque desconocíamos la verdadera naturaleza de nuestro adversario. Pero cometimos un fallo… Uno de ellos logro escapar, y ese sería el principio del terrible desenlace que sufrió el capitán de El Calamidad y toda su tripulación.,
En nuestro afán de encontrar a la familia de los tres desdichados dejamos a El Calamidad sin apenas defensas, solo sus oficiales y Dolin eran expertos guerreros…. Esa decisión la lamentaríamos. Tuvimos otro encuentro con los Graben, ya avisados de nuestra llegada y nuestra apreciable fuerza. Intentaron rodearnos, pero gracias a las habilidades de Adrahil lo evitamos y nos hicimos fuertes en la casa de la familia de la pequeña dueña del sudario rojo.
Una vez más salimos victoriosos del combate, pues lo planeamos bien y usamos una buena estrategia. Mientras Forak, Dîn y yo nos hicimos fuertes en la entrada de la casa, parapetados con muebles, Adrahil y Gulthar hacían honor a su habilidad con el arco y ballesta.
Después del combate fuimos de nuevo a El Calamidad con la familia, con la idea de dejarlos a salvo en el barco, quizás un pensamiento demasiado esperanzador. Pocas veces he visto el rostro de la pesadumbre, el dolor y el sufrimiento en el rostro de mis amigos como en ese momento. Nadie nos salió a recibir, ni una luz nos iluminó el camino hacia la escala, el sordo murmullo del agua acariciando el caso del barco era nuestro único recibimiento. Lo que olimos fue el olor a sangre, el aire estaba cargado de dolor y gritos… La cubierta de El Calamidad yacía vacía, como un barco fantasma… Nos miramos, una terrible certeza nos lleno a todos, y haciendo caso omiso a lo que la prudencia nos aconsejaba, bajamos corriendo las escaleras hacia el interior del barco, buscando ansiadamente cualquier signo de vida, cualquier ruido que nos anunciase un atisbo de esperanza, esperanzas y deseos vacíos, pues casi la totalidad de la tripulación yacía en sus camas, inertes, con un charco de sangre que empapaba su camastro, el cual dentro de El Calamidad se convertiría en su mortaja. A ni uno de ellos encontramos con vida, y muy pocos con un arma en sus manos, el ataque había sido rápido y silencioso…
Con ansias de sangre y venganza seguimos buscando, por fin…. Encontramos al que sería el último capitán de El Calamidad, Vengaree… Portando su hacha… Rodeado de Graben, como una estatua de un antiguo héroe rodeado de vencidos, con la muerte de Vengaree se nos abrió una pequeña luz de esperanza, esperanza triste y dolorosa, al no descubrir los cuerpos de Dolin, Idris y Hardil. Dejando con delicadeza el que dejaría de ser capitán de El Calamidad para convertirse en el Defensor de El Calamidad, a un lado, levantamos con cuidado la puerta de Dos Lados, descubriendo a Dolin, Idris y Haldir….me es triste contar el encuentro, y aún más doloroso ver como la esposa acariciaba y besaba el rostro del Defensor de El Calamidad.
Vengaree defendió con su vida a su esposa, Haldir y Dolin… Y con su vida expió todas sus acciones, pues no hay mayor perdón que el sacrificio. Jure que Vengaree volvería a pisar tierra firme… esa promesa incumplida me perseguirá siempre.
Con la rabia y sed de venganza, nunca buenas aliadas, redoblamos esfuerzos en conocer aun más a nuestros enemigos, pues distaban muchos de ser meros hombres. Nuestro descubrimiento fue terrible, una extraña runa grabada en su pecho lo hacía recipiente de un espíritu. Nuestra experiencia con estas cosas no es poca, ya que descubrimos los rituales de los Escarahai y nuestros encuentros con seres no mortales. Pero este descubrimiento nos llevó a una conclusión, si eran meros recipientes de criaturas muy poderosas, cualquier Graben podía ser un ser poderoso, daba igual su aspecto…. Y así lo comprobamos más tarde.
Dentro del doloroso momento, decidimos volver al pueblo e intentar acabar con los Graben, liberando al pueblo, pueblo que vive en una ignorancia completa. Idris y Haldir, permanecieron tras la puerta de los dos lados. Furiosos y con una terrible resolución volvimos al pueblo, después de unos descubrimientos por parte de Gulthar y Adrahil, descubrimos la mansión de los malditos Graben.
Una certeza permanece en mi cabeza, acabar con los Graben. Y una fe me impulsa a ello, una fe que me inunda devastadora, sintiendo la fuerza por cada músculo de mi cuerpo me hace tener una resolución inamovible, soy el brazo ejecutor de Varda, soy el último Templario de Varda… Soy el baluarte de Varda y juro que teñiré el amanecer de rojo, aunque ello me lleve junto a ella.