Hacía meses que Katrek sufría las consecuencias de las malas artes del nuevo jefe del gremio de carniceros, estaba intentando distribuir entre todos ellos carnes de muy mala calidad a precios prohibitivos, algo con lo que no comulgaba él y así lo había hecho saber; eso le granjeó la enemistad de los que estaban de acuerdo con el nuevo jefe y el rechazo de aquellos que no querían oponerse directamente a él. El nuevo jefe, proveniente de una familia de carniceros de Dol Amroth, había hecho fortuna vendiendo carne menor calidad por carne de primera. Y una vez llegado a cierta posición había comprado votos de miembros del gremio que profesaban su filosofía de comercio. Aquellos que se le había puesto en contra había sufrido accidentes en sus locales o habían aparecido muertos en un callejón oscuro, por lo que la guardia de la ciudad había sospechado de un intento de robo. Uno de los que se había negado a esa nueva política de ventas había sido el propio Katrek y desde entonces había piquetes que impedían que la carne que compraba en el mercado llegara a su tienda e incluso habían llegado a amenazar a los ganaderos de extramuros para que no vendieran ganado a Katrek. Harto de esta situación decidió marcharse de Dol Amroth y tras vender su casa a un ganadero que quería tener una casa en la ciudad y así controlar los días de mercado, reunió a su familia y partió a usûlun lugar donde se comentaba que había un ganado de excelente calidad. Entre su familia se encontraba su mujer Nura embarazada de tres meses, su anciano padre Rostein del que aprendió el oficio y su hermana pequeña Gauti, una preciosa joven que ya había empezado a atraer la atención de los cortejadores de la ciudad, algo que animó a Katrek y a su padre a marcharse de aquella ciudad.