Gulthar se propuso rodear la ciudad buscando un punto por donde entrar sin ser visto, estuvo bastante tiempo intentando encontrar alguno, pero alrededor de toda la ciudad se encontraba con el obstáculo del oscuro y nauseabundo foso y en las almenas, siempre a la misma distancia, las imperturbables gárgolas de piedra, tan faltas de vida como llenas de un aura de peligro sobrenatural.
Cuando volvió al punto donde estábamos esperando los demás y nos explicó la situación, decidimos que realizaríamos un acercamiento todos por la parte norte, donde exista un claro, por el cual podíamos controlar las distancias, sin la cobertura de los árboles pero contando con una buena visibilidad.
Durante la mayor parte del acercamiento todo marchó estupendamente, Gulthar en cabeza junto con Forrak, y detrás yo, el maestro Dolin, Adrahil y Sunthas con los arcos dispuestos cerrando el grupo. Todo cambió en un momento, en el cual pasamos de la paz más absoluta a sufrir un ataque que por poco no acaba con parte de la compañía.
Llegó de repente, silencioso, sin avisar, justo cuando llegué a una distancia de tiro con arco de las murallas, por las que ya habían pasado nuestros compañeros más adelantados. Me alcanzó de pleno, en medio del pecho, no lo vi, fue demasiado rápido. En cambio sí que lo sentí, y muy bien… Me traspasó y desde entonces cada vez que hay tormenta mi cuerpo vibra algo más de lo habitual.
El rayo partió de una de las gárgolas, tan silencioso como mortal. Y se hizo el caos, aquellos que no contábamos con protección contra la detección mágica sufrimos un ataque que no olvidaremos nunca. Muerte en forma de rayos silenciosos intentaba alcanzarnos, pocas veces fallaron, por suerte nos cubrimos rápidamente y gracias a la fortaleza de todos los que formamos el grupo, no tuvimos que lamentar la perdida de ningún miembro.
Nos retiramos hasta la entrada de la ciudad, dedujimos entre todos que era la única posibilidad y que nos enfrentaríamos a lo que nos deparase la entrada, que abierta de par en par y con una niebla antinatural cubriéndola, no era para nada una imagen tranquilizadora.
Eso nos dará para otra velada, en ella os contaré como Gulthar destruye a la sombra del foso, de como evitamos la muerte gracias a la astucia y a Sunthas que mantuvo un encuentro con unos moradores poco predispuestos a que los visitáramos. Pero eso será otra noche que ya es tarde y mis huesos piden descanso.