Llegamos a una gran explanada, allí ambos ejércitos se observaron con cautela. Nunca en el palio se habían reunido dos enjambres de ese tamaño. Sí enjambres, porque eran criaturas amorfas, algunas humanoides otras no podía asociarlas con ninguna criatura conocida.
Ambas masas de criaturas se observaban, algunas de ellas se adelantaban desde su posición y lanzaba un desafío hacia las huestes enemigas. Pero nadie respondía al desafío. Todos se observaban y nosotros observábamos a Ao.
Ao levantó su espada y lanzó un grito a la vez que corría hacia el enemigo. Las huestes que la seguían respondieron con una gran algarabía. Sunthas se giró y buscó nuestra mirada, una sonrisa irónica apareció en su rostro, como diciendo. “allá vamos otra vez” y corrió tras Ao.
Todos corríamos rodeados de criaturas a enfrentarnos con criaturas. Nos asegurábamos de estar cerca de Ao, aunque a una distancia prudencial de su arma. El encuentro fue bestial, rodaron miembros y cabezas, se oyeron gritos y sonidos de muerte por ambos bandos. La técnica era conocida, avanzar y mantenernos cerca de Ao. Nunca mantener combates largos si era posible.
Pasabas junto a un enemigo golpeabas y seguías avanzando. Mi arma estaba llena de sangre negra cuando me encontré de bruces con una criatura humanoide que me miraba llena de odio. Mi primer golpe no produjo la reacción esperada, la criatura lo evadió y atacó. Mi escudo se interpuso en el camino mortal de su arma. Este encuentro me retrasaba del resto, cuando iba a dar mi segundo golpe, un martillo acabó con la vida de la criatura. Un martillo conocido. Din me miró y ambos emprendimos el camino de nuevo.
Seguimos la estela de sangre y destrucción provocados por Ao y nuestros compañeros. Vimos cómo Ao acuchillaba a una gran criatura humanoide y seguía su camino, Sunthas y Gulthar le iban a la saga creando destrucción a su paso. Al llegar a su altura la criatura acuchillada por Ao se incorporó y pudimos ver como la herida cerraba. El humanoide se irguió y chasqueó la lengua, empezó a mover sus armas de forma hipnotica, una espada y un látigo con un aspecto aterrador. Pero para nuestra desesperación la criatura no estaba sola, otra surgió a su lado, también armada con el mismo tipo de armas, aunque de menor tamaño. Esta última criatura se pasaba la lengua por sus afilados dientes y sonreía. Su ataque fue rápido pero afortunadamente el filo de mi espada cortó el látigo. La criatura se movió con rapidez y se dirigió hacia mi. En el momento de alzar su espada, otra hirió el brazo con tal fuerza que lo atravesó y llego a herir la parte interior del muslo de la pierna contraria. La criatura miró, al inoportuno atacante, y sorprendida murió en silencio. Su compañera giró la cabeza con la misma sorpresa y eso dejó un hueco en su defensa, que fue aprovechado por Din, este golpeó con su martillo hacia arriba, acertando de lleno en la mandíbula y acabando con su vida instantáneamente. El atacante anónimo no era otro que Fangril, este nos había alcanzado en el momento justo, junto con Forak, el semiorco.
Una sombra eclipsó grito de horror se elevó en el combate, con tal intensidad que el resto de ruidos quedó silenciado. Al mirar hacia arriba pude ver la imagen del miedo y la muerte. Un gigantesco dragón volaba sobrevolando el campo de batalla descargando su aliento contra toda criatura viva. Din se ocultó tras el escudo, Forak, Fangril y yo intentamos ocultarnos bajo los cuerpos de las grandes criaturas que habían caído en combate.
El aliento era como alquitrán se adhería a todo y lo quemaba todo, fueron sólo varios segundos lo que tardó en sobrevolarnos, pero sus efectos fueron mortales, muchas criaturas gritaban de dolor y agonía por todo el campo, nosotros aún cubiertos recibimos grandes daños. Pero fue Forak el que se llevó la peor parte. Al levantarnos nos buscamos unos a otros, él no se levantaba, lo buscamos y allí lo encontramos tenía grandes quemaduras por todo su cuerpo. Nuestra desesperación al buscarlo llamó la atención de Gulthar y Sunthas, que a pesar de haber recibido daños, se acercaron a nuestra posición. Todos rebuscamos en nuestras pertenencias para encontrar nuestras plantas curativas, pero estas se habían volatilizado, no que quedaba más que cenizas.
Nuestras miradas se cruzaron, todos sabíamos lo que significaba, Sunthas sacó una pequeña botella de metal, una botella conocida por todos, y la acercó a los labios de Forak, pero al contrario que otras veces… no ocurrió nada. La desesperación ganaba terreno en nuestros corazones. Entonces Fangril dio todo por nuestro amigo, rezó por él y buscó el contacto de la señora, buscó y buscó, sólo él podía entrar en contacto con ella en aquel remoto lugar y sí lo hizo un pequeño filamento de la gracia de la Señora tocó a Fangril pudiendo así contener las heridas de Forak y evitar su pérdida.
Pero nuestra alegría y alivio duró poco, Sunthas avisó que el dragón estaba virando, posiblemente para dar otra pasada. Fangril se echó el cuerpo de Forak al hombro y lo transportó hacia el único lugar seguro que conocían, aquel que estaba donde se encontraba Teris.
El resto corrió en pos de Ao, que respondía al desafío de una figura imponente, Maleskari, Señor del séptimo Palio. Pero otro ruido nos hizo volvernos. Un gran Cuervo sobrevolaba el campo de batalla, portando algo en sus garras, pero eso no era lo que provocaba el tumulto. Una figura grácil, corría por el campo de batalla asestando puñaladas y cortes a diestro y siniestro. Una figura conocida por los usûlunis, Nakoruru.
Esta se une a Ao y se disponen a luchar contra Maleskari, el gran cuervo se posa cerca y deja su carga, el cuerpo sin vida de la Dama Tolwen. El gran cuervo empezó a vibrar y distorsionarse hasta adoptar la forma del mismísimo maestro Cuervo. Junto a Nako y Ao se enfrenta a Maleskari. Maleskari porta dos espadas y con ellas mantiene a raya a los tres atacantes, como un maestro espadachín mantiene a raya a tres niños.
Sunthas se embraza el escudo y corre, Gulthar le sigue a poca distancia, el resto estábamos digiriendo la transformación, y salimos tras ellos, pero nos sacan mucha distancia. Disparo desde la distancia, y mi flecha es desviada sin dificultad. Corro como si me fuera la vida en ello. Mis amigos están en peligro y yo debo estar con ellos, mi corazón me va a estallar en el pecho, mis piernas bombean sangre para no desfallecer y caer. Mi arco parece pesar una tonelada. A veinte metros de mi la lucha sigue, Maleskari hiere a Ao, Sunthas y Gulthar llegan en ese momento. Gulthar realiza un giro para colocarse a la espalda de Maleskari, Sunthas se une a la lucha cuerpo a cuerpo para provocar más distracción.
Necesitan mi ayuda, no son adversarios para él, necesitan que haya más distracciones y que este pendiente de más detalles, para así provocar una falla en la defensa de Maleskari. Tomo otra flecha, tenso la cuerda, me llevo la cuerda a la nariz y dejo escapar la cuerda de mis dedos. La flecha vuela certera a su objetivo, continúo corriendo. Ésta asciende trazando una parábola de muerte y comienza a descender, envidio su velocidad. Mis pulmones me van a explotar.
Pero mi disparo no encuentra su objetivo, es desviada por un ágil movimiento de espada, un movimiento que se continúa y dirige la punta de la espada hacia Sunthas. Mi corazón se detiene y observo como la imagen de Sunthas se distorsiona un segundo, pero cuando voy a respirar aliviado, leo la maniobra del usûluni….
-NOOOOOOOOOOOOOO. Es lo único que puedo gritar, Sunthas va a atrapar la espada con su propio cuerpo, para así inutilizar una de sus armas. Din está cerca, me ha adelantado, quien lo diría un enano que corre como diez mil caballos, eleva su arma para romper la espada de Maleskari, pero falla y al reponerse lee maniobra de Sunthas. Una losa cae sobre el Corazón de los usûlunis cuando la hoja penetra en el vientre de nuestro hermano.
Todo parece detenerse, Gulthar aparece de la nada para acabar con nuestro enemigo, pero desvía su golpe con el arma con la que ha herido a Ao. Maleskari mira a Sunthas, él ha visto la maniobra, como maestro en armas se sorprende ante tal sacrificio. Y esa sorpresa es su perdición, Ao levanta su espada y atraviesa el corazón de Maleskari, que cae muerto.
Gulthar se levanta y corre hacia Sunthas, yo caigo de rodillas; no, no puede ser…
Gulthar cae junto a su compañero y ve que no se puede hacer nada. Él ha recuperado su alma pero ha perdido su otra mitad, su compañero de combate… su escudo. Él no ha podido protegerlo… saca el arma del cuerpo de Sunthas y con la envaina en su cuerpo. Yo observo todo desde la distancia, acaba de cometer una especie de suicidio ceremonial. No sé cúal ha sido la razón, pero creo que Gulthar se culpa de la caída de su amigo, de no poder llegar a tiempo para golpear y que su amigo tuviera que hacer dicha maniobra.
Esto acaba con la poca cordura que queda en mi, mi mente comienza a revivir los momentos pasados junto a los usûlunis. Las calamidades superadas, los grandes momentos, la mirada de Sunthas al ver a su hijo y tomarlo en brazos, el orgullo al escuchar sus primeras palabras. O como Gulthar presumía de su ahijado Rhion, como sus ojos brillaban de orgullo ante sus logros. El día de la boda de Sunthas y Grajo, o el de Din y Nylia, y como los dos mantenían ese sueño, esa esperanza, ese proyecto … usûlun.
Todo es por culpa del maestro Cuervo, el corazón toma las riendas de mis acciones. Mi mano se mueve sola…flecha, cuerda, objetivo. Pero mi objetivo se cubre con la capa y desaparece. Pero en ese momento, mi mente toma de nuevo el control. No puedo caer aquí, no, usûlun es lo importante ahora, el sueño de mis amigos, de mis hermanos no debe morir aquí con ellos, no. Que será de Calabdur, de Rhion, de usûlun si todos perecemos aquí. No, el orgullo de mis hermanos no caerá en el olvido. Desde donde estén verán con orgullo como sus hijos acometen sus vidas con valor y con el espíritu que ellos empezaron.
Llegan Forak y Fangril, el primero apenas puede andar, pero al ver los cuerpos intenta andar, cae pero sigue arrastrándose hasta llegar a ellos. La escena me parte el corazón en dos, si pudiera romperse más. Forak entra en un estado de shock, ha agarrado las manos de ambos, los llama, los sacude, grita… no quiere que nadie se acerque a ellos.
Me acerco a él y me siento a su lado, apoyo mi mano en su hombro. Eso parece tranquilizarlo un poco, pero las lágrimas nos ciegan a todos. Allí junto a los dos cuerpos nos encontramos los usûlunis, lo que pasa alrededor no importa. Din y yo nos acercamos y preparamos los cuerpos para el traslado, no los vamos a dejar aquí. Fangril consuela a Forak, mientras adecentamos a nuestros compañeros.
Empieza la peor misión para los usûlunis, volver a casa con los cadáveres de dos de sus hermanos, de los dos artífices de la esperanza de usûlun.
Muy guapo el relato. Solo preguntar. Los semiorcos no eran los urukhai de saruman?? No existian antes de la guerra del anillo.
Y nakoruru no sera la de samurai shodown?? Por lo de las cuchillas.
Sois la caña usûlunis
Querido boxpicker, mil disculpas por el retraso en publicar tu comentario. ¡No estamos acostumbrados!
Semiorcos existieron mientras que hubo humanos y orcos, es decir, desde mucho antes del relato. Este personaje, Forak, está sacado de uno de los módulos oficiales y utilizado sin pudor en nuestra narración.
Preguntaré al jugador cuál fue la inspiración para su nombre de Nakoruru, ahora Neichi.
Muchas gracias por tus halagos, ¡seguimos, seguimos!