Después de casi dos semanas de dura navegación alcanzaron uno de sus destinos pues que seguro que recordarás, fiel lector, como los usûluni supieron que el capitán Vengaree había arrojado los cuerpos de los ahora aparecidos al fondo del mar y que desde entonces estos asolaban sus sueños. Sabed también que gracias a su gran destreza y determinación rescataron los cajones con su humano contenido y les dieron temporal descanso en la última cubierta y que los rostros de los marinos destilaban miedo y superstición como el vino se destila de la uva. Fueron días difíciles pues a cada hombre le tocaba enfrentarse con sus miedos más íntimos, aquellos que ni siquiera sus fieles o infieles esposas sabían, ni siquiera sus hermanos de sangre, la incertidumbre habitaba en la vigilia de cada marino.
Así pues aún llegaron a la desembocadura del Gwathló, el Aguagrís, donde antaño se encontró la orgullosa ciudad de Lond Daer, el puerto de entrada de los hombres de Númenor en Eriador, hundida y abandonada desde la caída de la antigua poderosa isla. Aquellas ruinas sepultas bajo agua habían sido siempre una espina clavada en el costado de los usûluni pues ocho antes habían intentado extraer sus secretos y fracasaron en el intento con la moral y el ánimo rotos.
Entonces y una vez más, armados con la sabiduría y experiencia que habían atesorado en los duros viajes en los hollaron sendas lejanas y peligrosas, caminos que nunca jamás habían soñado con alcanzar. Armados pues con esa fuerza descendieron a las negras profundidades y usaron toda su astucia en penetrarlas, en forzar su entrada y así fue como descubrieron muchos de sus secretos, de los tesoros dejados atrás en la huída, los sepultados en oscuros sótanos; lucharon contra espectros y tumularios, contra hordas de insectos, contra el aire viciado, contra imágenes de piedra vueltas a la vida, contra todo. Y al final, marcharon triunfantes pues encontraron el mayor de los tesoros y resolvieron el mayor de los misterios que encerraban las ruinas.
La habitación de mithril volvería a Usûlun.